martes, 26 de julio de 2016

La lucha del guerrero americano

Desde mi visita al Tigre no pude dejar de imaginar que aquellas tierras habían sido habitadas años atrás por el felino más grande de América. El jaguar es una de las especies que une a todo el continente. Antes del año 1900 su presencia se extendía desde el sur de Estados Unidos hasta el Río Colorado al norte de la provincia de Río Negro en Argentina.

www.redyaguarete.org.ar

Su existencia fue inspiración de mitos y leyendas entre los pueblos originarios de todas las regiones y sus atributos adquiridos y venerados por los guerreros de esas comunidades.
Ha recibido distintos nombres en cada lengua como dyaguá-eté o yaguareté-hú en guaraní,  uturunco en quichua, Balam o Zac-bolay en Maya y Nahuel en Mapuche. Al llegar la conquista europea lo llamaron tigre al compararlo con el ejemplar asiático y por eso hoy conocemos a la región del delta con ese nombre.  
Sin embargo en pocos años la caza ilegal, la colonización humana de su territorio con fines agrícolas-ganaderos y el avance del turismo en zonas protegidas ha reducido su hábitat. Hoy en día son pocos los ejemplares de yaguaretés que quedan en territorio argentino y se encuentran en Puerto Península en Misiones, El Impenetrable en Chaco, la Yunga Jujeña y el Centro de Cría de Yaguareté en los Esteros del Iberá en Corrientes.

www.redyaguarete.org.ar

El desmonte de las selvas, además de provocar severos cambios climáticos, también ha influido en la pérdida de ejemplares de animales silvestres como los pecaríes, osos hormigueros y tapires, base de la dieta del yaguareté, generando un desequilibrio en el ecosistema. Sin nada que comer, los jaguares atacan el ganado de campesinos que alarmados ante la pérdida de su medio de vida salen a su caza aún cuando se trata de una especie protegida en peligro de extinción.
Actualmente en nuestro país distintos investigadores y especialistas en la protección de animales desarrollan estrategias para proteger y favorecer el crecimiento poblacional del yaguareté en nuestro territorio. La fundación sin fines de lucro Red Yaguareté une fuerzas de distintos profesionales y naturalistas para luchar por la conservación de la naturaleza, y especialmente por salvar al yaguareté de la extinción en la Argentina y evitar la pérdida de su hogar, la selva.
Hace algunos días, el gobierno puso en circulación el nuevo billete de 500 pesos que lleva en su frente la imagen del Yaguareté y en el dorso la de las regiones que aún hoy habita. Quizás, después de conocer un poco más acerca de la realidad de nuestro gran felino, ya no parezca tan banal haberlo elegido como símbolo de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que no queremos perder.

www.redyaguarete.org.ar

Para conocer más acerca del trabajo de Red Yaguareté podés visitar su página web http://www.redyaguarete.org.ar.

El siguiente documental “Yaguareté, la última frontera” fue escrito y dirigido por Marcelo Viñas y explica de manera muy clara por qué es tan importante la participación de todos en lograr que el Yaguareté vuelva a habitar libremente la selva.


lunes, 18 de julio de 2016

Imagina la paz, Yo soy otro tu

Imagina la Paz- Yoko Ono- Malba- 2016

De vez en cuando, la paz se me presenta como esas palabras que sólo conocemos por oposición a otras que nos son tangibles en la realidad material. Así como imaginamos el infinito al contrastarlo con nuestra experiencia finita, o lo perfecto por contraste a nuestras vidas afortunadamente imperfectas.
Lo cierto es que los miles de años de humanidad en el planeta Tierra vinieron acompañados de guerra, como una sombra proyectada por nuestras acciones, nos hemos acostumbrado a la existencia de su manto permanente, y en verdad la paz solo ha sido una idea en nuestra memoria, un anhelo de retorno a un estado primigenio en el que la especie se reconocía a sí misma como una y en ese reconocerse se protegía.
Por mucho tiempo hemos visto al otro como a un extraño, un impostor que nos acecha con la amenaza de destruir todo lo que somos, de desmoronar nuestra pila de certidumbres heredadas. Nunca nos detuvimos a pensar que probablemente el enemigo vivía dentro de nosotros mismos.
Al encontrarse, los habitantes del pueblo maya comparten un saludo “IN LAK’ECH” (Yo soy otro tú) a lo que contestan “HALA KEN” (Tú eres otro yo). Ellos consideran a la propia existencia como parte de un plan que trasciende su ser individualidad. Según su visión del mundo toda la naturaleza se encuentra integrada e interrelacionada, por lo que  hombres y mujeres viven en función de ese orden universal. A pesar de esto, la historia de la cultura maya también estuvo atravesada por conflictos bélicos, aún antes del genocidio europeo.
Sin embargo, creo que, si realmente hemos aprendido de la sabiduría ancestral de los pueblos milenarios, de las experiencias acumuladas con el correr del tiempo, de las lágrimas y la sangre derramada, es hoy el tiempo de cambiar de raíz nuestras oxidadas creencias y experimentar nuestra vida como una pieza (indispensable, pero al fin y al cabo solo una pieza) de este gran organismo que es nuestro planeta, comprendiendo que la existencia de los otros es fundamental, así como lo son los bosques, las aguas y los cielos, accionando con la responsabilidad de ser los dueños de nosotros mismos, sintiendo que “yo soy otro tu”.

“La naturaleza, siguen pensando, invita a todos los mortales a ayudarse mutuamente en la búsqueda de una vida más feliz. Y lo hace con toda razón, ya que no hay individuo tan por encima del género humano que la naturaleza se sienta en la obligación de cuidar de él solo. La Naturaleza abraza a todos en una misma comunión. Lo que te enseña una y otra vez, esa misma naturaleza, es que no has de buscar tu medro personal en detrimento de los demás”
Utopía- Santo Tomás Moro