lunes, 18 de julio de 2016

Imagina la paz, Yo soy otro tu

Imagina la Paz- Yoko Ono- Malba- 2016

De vez en cuando, la paz se me presenta como esas palabras que sólo conocemos por oposición a otras que nos son tangibles en la realidad material. Así como imaginamos el infinito al contrastarlo con nuestra experiencia finita, o lo perfecto por contraste a nuestras vidas afortunadamente imperfectas.
Lo cierto es que los miles de años de humanidad en el planeta Tierra vinieron acompañados de guerra, como una sombra proyectada por nuestras acciones, nos hemos acostumbrado a la existencia de su manto permanente, y en verdad la paz solo ha sido una idea en nuestra memoria, un anhelo de retorno a un estado primigenio en el que la especie se reconocía a sí misma como una y en ese reconocerse se protegía.
Por mucho tiempo hemos visto al otro como a un extraño, un impostor que nos acecha con la amenaza de destruir todo lo que somos, de desmoronar nuestra pila de certidumbres heredadas. Nunca nos detuvimos a pensar que probablemente el enemigo vivía dentro de nosotros mismos.
Al encontrarse, los habitantes del pueblo maya comparten un saludo “IN LAK’ECH” (Yo soy otro tú) a lo que contestan “HALA KEN” (Tú eres otro yo). Ellos consideran a la propia existencia como parte de un plan que trasciende su ser individualidad. Según su visión del mundo toda la naturaleza se encuentra integrada e interrelacionada, por lo que  hombres y mujeres viven en función de ese orden universal. A pesar de esto, la historia de la cultura maya también estuvo atravesada por conflictos bélicos, aún antes del genocidio europeo.
Sin embargo, creo que, si realmente hemos aprendido de la sabiduría ancestral de los pueblos milenarios, de las experiencias acumuladas con el correr del tiempo, de las lágrimas y la sangre derramada, es hoy el tiempo de cambiar de raíz nuestras oxidadas creencias y experimentar nuestra vida como una pieza (indispensable, pero al fin y al cabo solo una pieza) de este gran organismo que es nuestro planeta, comprendiendo que la existencia de los otros es fundamental, así como lo son los bosques, las aguas y los cielos, accionando con la responsabilidad de ser los dueños de nosotros mismos, sintiendo que “yo soy otro tu”.

“La naturaleza, siguen pensando, invita a todos los mortales a ayudarse mutuamente en la búsqueda de una vida más feliz. Y lo hace con toda razón, ya que no hay individuo tan por encima del género humano que la naturaleza se sienta en la obligación de cuidar de él solo. La Naturaleza abraza a todos en una misma comunión. Lo que te enseña una y otra vez, esa misma naturaleza, es que no has de buscar tu medro personal en detrimento de los demás”
Utopía- Santo Tomás Moro

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